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lunes, 30 de septiembre de 2024

Racimo asociativo. En busca del tiempo perdido. Cómo hacer un racimo para la pre escritura

En esta oportunidad les presento un fragmento de la obra de Marcel Proust "En busca del tiempo perdido" que me resulta interesante porque muestra el poder que tiene el racimo asociativo (ver para aprender el paso a paso) en su fundamento es dejar suelta la imaginación, la libre asociación, o la ensoñación, donde unas sensaciones van llevando a otras, recuperadas de la memoria involuntaria. Empero disfrute este apartado de su primera entrega "Por el camino de Swann" para ilustrar la esencia de lo que quiero decir



"Primero dije que no; pero luego, sin saber por qué, volví de mi acuerdo.

Mandó mi madre por uno de esos bollos, cortos y abultados, que llaman

magdalenas, que parece que tienen por molde una valva de concha de

peregrino. Y muy pronto, abrumado por el triste día que había pasado y

por la perspectiva de otro tan melancólico por venir, me llevé a los

labios unas cucharadas de té en el que había echado un trozo de

magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las miga

del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo

extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me

invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba. Y él me convirtió las

vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y

su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera el amor,

llenándose de una esencia preciosa; pero, mejor dicho, esa esencia no

es que estuviera en mí, es que era yo mismo. Dejé de sentirme

mediocre, contingente y mortal. ¿De dónde podría venirme aquella

alegría tan fuerte? Me daba cuenta de que iba unida al sabor del

té y del bollo, pero le excedía en, mucho, y no debía de ser de la

misma naturaleza. ¿De dónde venía y qué significaba? ¿Cómo llegar a

aprehenderlo? Bebo un segundo trago, que no me dice más que el

primero; luego un tercero, que ya me dice un poco menos. Ya es hora

de pararse, parece que la virtud del brebaje va aminorándose. Ya se ve

claro que la verdad que yo busco no está en él, sino en mí. El brebaje la

despertó, pero no sabe cuál es y lo único que puede hacer es repetir

indefinidamente, pero cada vez con menos intensidad, ese testimonio

que no sé interpretar y que quiero volver a pedirle dentro de un

instante y encontrar intacto a mi disposición para llegar a una

aclaración decisiva. Dejo la taza y me vuelvo hacia mi alma. Ella es la

que tiene que dar con la verdad. ¿Pero cómo? Grave incertidumbre ésta,

cuando el alma se siente superada por sí misma, cuando ella, la que

busca, es juntamente el país oscuro por donde ha de buscar, sin que le

sirva para nada su bagaje. ¿Buscar? No sólo buscar, crear."






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