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martes, 29 de julio de 2025

Nueva parábola de los talentos. La pereza con la actividad simpática del sistema nervioso.

 El Valle de los Radios Silenciosos

En una tierra oculta entre montañas azules y bosques centellantes, vivía una comunidad de seres llamados Receptores. No eran ni del todo humanos, ni del todo máquinas. Cada uno tenía, en el centro del pecho, un pequeño aparato: un radio brillante, cromado, sensible al espectro electromagnético del cielo.

Ese radio no transmitía canciones ni voces, sino ondas invisibles que llenaban el mundo: vibraciones de estrellas moribundas, destellos de pensamientos errantes, chispazos del miedo y la valentía, incluso los ecos lejanos del propio planeta latiendo en frecuencias inaudibles. A eso lo llamaban la Corriente.

Desde su nacimiento, a cada Receptor se le otorgaba una pequeña calibración única: algunos podían captar ondas agudas y rápidas —las del alerta, el impulso, la huida, el movimiento—; otros, más lentas y profundas, propias del sosiego, del reposo y de los sueños. Pero lo más importante era esto: cada radio estaba diseñado para adaptarse, para volverse más sensible o más sordo según el uso que se le diera.

Un día llegó al Valle un anciano desconocido, de barba blanca como la niebla. Se hacía llamar el Sintonizador. Reunió a todos los Receptores y les dijo:

—Cada uno de ustedes ha recibido una porción de la Corriente. Un espectro. Un pulso. No lo controlan, pero sí pueden amplificarlo. El que no escuche, se apagará. El que lo use con miedo, se distorsionará. Pero quien afine su radio y lo ofrezca al mundo… ese resonará.

Al día siguiente, el Sintonizador desapareció, dejando tras de sí tres radios antiguos de su taller, restaurados con amor.

Entonces, tres jóvenes Receptores decidieron hacer algo distinto con su radio.

El primero, llamado Varo, tenía una afinación aguda. Captaba el miedo del bosque, el temblor de las aves, la electricidad de la tormenta que aún no llegaba. Lo usó para correr, para advertir, para volverse veloz como el rayo. Su cuerpo se tensaba ante cada señal. Vivía alerta, sudando anticipación. Pronto, otros comenzaron a seguirlo: “Varo siente antes que todos”, decían. Y aunque dormía poco, se sentía vivo.

La segunda, llamada Elía, tenía una afinación grave. Escuchaba el murmullo del agua, el susurro del polvo, la vibración del musgo creciendo. Al principio se sintió inútil. Su radio parecía lento. Pero empezó a traducir lo que oía en canciones, en consuelo. Los niños lloraban menos cuando ella hablaba. Los árboles crecían rectos junto a sus pies. Su calma era profunda como raíz de montaña.

El tercero, llamado Sil, tenía un espectro intermedio, pero temía su radio. Lo envolvió en telas. No quería sobresaltos ni voces ni vibraciones. “Demasiado ruido”, decía. Se apartó de todos y vivió en una cueva. Con el tiempo, el radio dejó de emitir. No porque fuera defectuoso, sino porque nunca fue afinado.

Pasaron los años.

Cuando el Sintonizador volvió, sus ojos ya no veían, pero sentía las ondas que salían de cada pecho.

—Varo —dijo—, tú expandiste tu radio hasta el límite. Aprendiste del pulso del mundo. Pero ahora estás fatigado. ¿Escuchaste algo más allá del peligro?

Varo bajó la cabeza. Siempre había huido, pero nunca se había detenido a comprender.

—Elía —dijo con una sonrisa—, tú no sólo escuchaste. Devolviste al mundo una vibración más armónica. No hiciste ruido. Hiciste resonancia.

Ella no habló. Solo pulsó una nota suave desde su pecho. Y el aire pareció calmarse.

—¿Y Sil?

Nadie respondió. La cueva estaba vacía.

El Sintonizador recogió el radio apagado, aún envuelto en telas.

—A cada uno se le dio un espectro, no para guardarlo, sino para transformarlo. El simpático, el parasimpático, el pulso entre ellos: esa es la danza de la vida. Pero quien niega la corriente, se convierte en roca.

Esa noche, todos los Receptores ajustaron su radio. No para buscar gloria, ni para huir del miedo, sino para escuchar de verdad. La Corriente seguía fluyendo, como siempre. Pero ahora, el Valle ya no era sólo un lugar de ondas dispersas.

Era una sinfonía.

domingo, 13 de julio de 2025

Aviso importante comienzan los planes para el año 2026. Es hora de sembrar.

Apreciados lectores,


Quiero comunicarles que comenzaremos un nuevo proyecto dentro del blog "Aprender a escribir". Básicamente, se trata de construir un libro paso a paso. Mostrar los avances dentro del blog, para que no solo se vea el producto final, como suele pasar toda la fiesta organizada y cada cosa en su sitio; sino que se vea los desastres de pintura antes que lleguen los invitados. -¿me siguen en la metáfora?-. Poder ver cómo se la juega el compositor para resolver los problemas retóricos de la escritura.



Comenzamos!!!

 Euler es único entre los grandes matemáticos porque no solo da la respuesta correcta, sino que muestra cómo la encontró."

— George Pólya

viernes, 11 de julio de 2025

Guía para creadores de contenido: manejar la curva de atención para atrapar la audiencia

 

Te invito a ver el siguiente video https://youtu.be/xFSOUyKoJv4 donde se explica cómo el creador de contenidos debe manejar la curva de atención y el diagrama de la trama si quiere cautivar a la audiencia:













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